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    XMM Newton desvela una sorpresa magnética

    El telescopio espacial de rayos X de la ESA, XMM-Newton, ha hallado indicios de la existencia de un campo magnético en una región del espacio en que los astrónomos no esperaban encontrar ninguno. Se trata de un campo magnético entorno a una estrella joven llamada AB Aurigae, y podría ser una solución a un problema que dura desde hace veinte años.

    AB Aurigae tiene 2,7 veces la masa del Sol, y es una de las estrellas más masivas en la nube de formación estelar Taurus-Aurigae. A pesar de que está entre unas casi 400 estrellas más pequeñas, su radiación ultravioleta juega un papel clave a la hora de dar forma a la nube. La masa de Taurus-Aurigae permite clasificarla entre una clase de objetos conocidos como estrellas Herbig, en honor de su descubridor George Herbig.

    XMM-Newton apunta sistemáticamente su cámara EPIC (European Photon Imaging Camera) hacia AB Aurigae y las demás estrellas jóvenes de la nube, dentro de un programa de observación de Taurus-Auriga en rayos X. En las observaciones, AB Aurigae destaca por su brillo, lo que indica que emite rayos X.

    Y aquí viene lo interesante. Se espera que las estrellas jóvenes con intensos campos magnéticos emitan rayos X, pero en cambio los modelos han sugerido en más de una ocasión que las estrellas Herbig carecen de las condiciones internas adecuadas para generar un campo magnético apreciable. Y aún así, los astrónomos llevan 20 años detectándolos.

    Un grupo internacional encabezado por Manuel Güdel y su estudiante de doctorado Alessandra Telleschi, del Instituto Paul Scherrer, en Suiza, analizó los datos de la estrella AB Aurigae, y halló que la temperatura del gas que emite los rayos X es de entre uno y cinco millones de grados centígrados. “Esto es sospechosamente bajo”, dice Güdel. Las estrellas jóvenes de tipo solar tienen atmósferas gaseosas con campos magnéticos que las calientan a 10 millones de grados o más.

    Telleschi, Güdel y sus colegas proponen ahora que cuando la gran masa de gas colapsó para dar lugar a la formación de la estrella AB Aurigae, arrastró consigo parte del campo magnético que permeaba esa región del espacio. Este campo se encuentra ahora atrapado dentro de la estrella, y canaliza los vientos estelares. De esta manera los vientos procedentes de ambos hemisferios estelares chocan y emiten rayos X.

    Se trata de una explicación elegante para un misterio que data de hace dos décadas, pero por el momento Güdel y sus colegas no saben si es aplicable a otras estrellas Herbig. “Esa es la cuestión clave”, dice Güdel. Para resolverla habrá que obtener espectros de alta resolución de otras estrellas Herbig.

    Imagen propiedad: M. Guedel/ESA

    Fuente y más información: ESA

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